DEL CAMPO A LA MESA – ASÍ SE DISPARA HASTA UN 500%EL PRECIO DE LOS ALIMENTOS EN ESPAÑA

Alicante, 26-09-2022.

La crisis energética y la sequía aumentan la tensión de la cadena de valor: agricultores, mayoristas y distribuidores se reconocen superados por el incremento en los costes de producción. Una tormenta perfecta que ha transformado a los productos más cotidianos en alimentos gourmet para los hogares españoles

Nunca antes en España habían subido tanto los precios de tantos alimentos a la vez. El recrudecimiento de la guerra en Ucrania, con el impacto en los costes energéticos, sumado a un año especialmente seco, han dejado un verano con una cesta de la compra alcanzando tickets récord.

La subida de precios no discrimina entre las categorías de productos. Los tomates, la carne, el aceite y la leche han contribuido por igual al incremento interanual del 13,8% que registró el IPC en agosto en el grupo de alimentación y bebidas no alcohólicas, de acuerdo con los datos del INE. De hecho, desde abril, el IPC alimentario crece por encima del general y a dobles dígitos, repercutiendo en casi 2,5 puntos sobre la inflación en España hasta agosto. Una tormenta perfecta que ha transformado a los productos más cotidianos en platos gourmet para los hogares españoles.

Pero esas subidas tampoco han discriminado entre agricultores, mayoristas o distribuidores. Todos los participantes de la cadena de valor, cada vez más tensionada, aseguran haber ajustado sus precios lo mínimamente suficiente para evitar vender a pérdidas. Aun así, los precios del campo a la mesa se duplican, triplican y hasta quintuplican. En algunos casos, como el del ajo, el diferencial alcanza el 250%, según el Observatorio de Precios y Mercados de la Junta de Andalucía; mientras que la sandía ha llegado a engordar un 538% su precio hasta llegar al consumidor final.

El de esta fruta ha sido uno de los casos que más ha llamado la atención este verano, en tanto que su consumo es de temporada y el consumidor ha notado la subida de repente: en octubre de 2021, al cierre de la pasada campaña, una sandía de 2,8 kilos costaba 2 euros (0,74 euros el kilo). Cuando comenzó la temporada en abril este año, se había disparado hasta los 5,8 euros (2,07€/kg).

Desde el campo: un kilo de sandía por 0,21 euros

El campo es la primera pieza del efecto dominó que ha disparado el coste de la alimentación en España. Según la estadística de Precios Medios Nacionales, que elabora el Ministerio de Agricultura con datos de organizaciones del sector primario, el incremento anual durante el verano en los precios en origen de un centenar de productos, tanto frutas, verduras, carnes o lácteos, rondó, de media, el 30%.

En el caso concreto de la sandía, en mayo llegó a un precio de 97 euros por 100 kilos, casi un 80% más que en 2021. El mínimo lo tocó en los primeros días de julio, en el entorno de los 25 euros, el doble sobre el precio más bajo del verano de 2021. En su caso, convergen factores de todo tipo que explican el alza de los precios. Para empezar, un inicio de temporada con niveles de producción menores por la meteorología. La calima de marzo, que azotó a cultivos importantes en territorios del sureste del país (que provee a un 80% de la demanda de mayoristas); y las lluvias torrenciales de abril, que produjeron la pérdida de plantas y retrasos de trasplantes (una de las etapas más críticas en el cultivo de melón y sandía), sobre todo en Murcia.

También se suma una oleada de robos denunciados por los agricultores de esta fruta cultivada generalmente al aire libre y sin vallados, cuya recolección en algunas semanas proporcionó al campo apenas 21 céntimos por kilo. Se estima que los hurtos redujeron la producción de este año en hasta 20.000 kilos en los cultivos de Sevilla y el Levante.

A ello se suma el incremento en los costes de producción que sufre el sector primario, marcados desde el primer trimestre por la subida de precios de la energía y los fertilizantes, que aumentaron en el último año un 77,9% y un 36%, respectivamente, según los datos de Proexport, la asociación de productores y exportadores de frutas y hortalizas de Murcia.

También el elevado coste de las materias primas, con los principales cereales creciendo a dobles dígitos; los niveles récord a los que llegó el gasóleo; o un encarecimiento de los piensos que están castigando a la ganadería, con alzas de hasta el 50%.

Con todos esos ingredientes, cultivar una sandía en 2022 fue de media un 21% más caro que el año anterior, de acuerdo con la Sectorial de Melón y Sandía, y para algunas empresas esta subida llegó hasta el 30%. Su precio en origen se ajustó con el paso de las semanas. Los datos del Observatorio de Precios y Mercados de la Junta de Andalucía muestran una horquilla desde un máximo de 0,88 euros el kilo a finales de abril, hasta los 0,21 de la última semana de junio.

Aún con todo, el balance general de la campaña es positivo, según ASAJA-Almería, que aseguran que se trata de “una de las mejores cosechas de los últimos ejercicios agrícolas en cuanto a precios se refiere”, cuyo aumento ha dejado desde finales de julio una media de 35 céntimos de beneficio para los productores.

“Pese a este incremento de los costes del 30%, y que generó cierta tensión en los agricultores, el favorable arranque de campaña se ha visto reflejado en el balance final. Este año la sandía al aire libre es una de las pocas producciones que se ha salvado y ha podido salir a flote”, señala Adoración Blanque, presidenta de la organización agraria.

En los mercas: un kilo de sandía, por 0,74 euros

Una vez recolectada la sandía, esta pasa al eslabón intermedio de la cadena, en este caso el mayorista o los mercados de abastecimiento, también llamados mercas. Si en la semana del 27 al 3 de julio, esta marcó en origen un precio de 0,21 céntimos, el precio en los mayoristas llegó a 0,74, el menor hasta entonces, pero con el mayor diferencial entre ambos eslabones, alcanzando el 252%.

En esas fechas, el kilo de sandía en Mercamadrid era un 93% superior al de un año antes; en Mercabarna, un 62,5%; o en Mercavalencia, el doble, según las cifras de Mercasa, que gestiona estos centros y que es propiedad, en un 51%, de la SEPI.

En este eslabón, entra en juego el encarecimiento del transporte, con unos combustibles que batieron récords al inicio del verano, además de los propios costes energéticos y de otra naturaleza que también influyen en esta fase de la cadena.

“Las subidas de las materias primas y la energía afectan a todos. Pero también hay aspectos como los envases, o el packaging, que tienen un gran peso en la conformación de los precios de los alimentos y las bebidas y, en lo que va de año, han subido alrededor de un 20%, fruto del incremento de precios del papel y cartón, vidrio y plástico”, explican fuentes de Aecoc, la patronal de la industria del gran consumo. “En una situación como la actual no hay ganadores y perdedores sino que todos somos perdedores. Es un momento de máxima complejidad”, añaden.

Más crítico es Gabriel Trenzado, director general de Cooperativas Agroalimentarias. “Siempre hemos dicho que la cadena debe generar valor, y para eso todos los eslabones de la cadena deben ser rentables, pero la realidad es que dentro de ella hay muchos operadores que no aportan valor y viven de la especulación”. Esta denuncia que la información dentro de la cadena “es inexistente”. “Sabemos lo que pasa a nivel de producción y en el PVP, pero lo que ocurre en medio es un misterio”.

La sandía llega a la tienda: 1,34 euros

El último eslabón de la cadena. A finales de junio, siguiendo la referencia de los datos del Observatorio de Precios y Mercados de Andalucía, el precio de consumo del kilo de sandía era de 1,34 euros. En el paso del mayorista a la tienda, el crecimiento de los precios durante aquel mes fue del 13% al 81% de la última semana.

Si se compara el precio de origen de esa semana con el de venta final, el alza superó el 500%, aunque como explica Felipe Medina, secretario general de Asedas, que representa a empresas como Mercadona, Dia o Lidl, “las subidas en origen se trasladan de forma más suave y con algo de retraso a los precios en destino”.

La distribución alimentaria ha incidido en las últimas semanas en que sus costes energéticos se han triplicado, además de incurrir en mayores gastos laborales, con lo que sus márgenes están más tensionados que nunca. Medina recuerda que el dato del IPC alimentario es inferior a la subida de los precios en origen. “Todo el mundo está adaptándose a las circunstancias, intentando repercutir unos costes que están disparados de la forma más contenida posible, por no perder al cliente. Nadie se está beneficiando. Los márgenes son ahora más estrechos que nunca”, dice.

El verano con la cesta de la compra más costosa se acaba. Aunque cada producto agrícola tiene su propia cadena de valor, y no todos suben de precio en los mismos eslabones y en la misma proporción, los crecimientos han sido generalizados y significativos. Y dado el contexto, con una crisis energética para la que no se ve una solución cercana, no hay perspectivas de que la situación vaya a dar tregua en los próximos meses.

Fuente; cincodias.elpais.com

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