El Ingreso Mínimo Vital ya es una realidad. El Congreso de los Diputados ha aprobado la primera renta garantizada a escala nacional destinada a las familias más vulnerables. El estado asegurará unos ingresos mínimos de entre 426€ y 1.000€ para más de 820.000 hogares españoles (alrededor de dos millones de beneficiarios). Algunas comunidades contaban con programas similares, aunque no tan extensos como el aprobado.
Su funcionamiento. La ayuda va destinada a familias con pocos recursos, desempleadas o con ingresos insuficientes. El criterio de acceso al dinero lo marca el patrimonio y las ganancias del año anterior (unos 10.000€ para familias con dos hijos, es decir, personas por debajo de la línea de la pobreza). Hay cierta condicionalidad. Los beneficiarios tendrán que buscar trabajo activamente.
El coste total rondará los €3.000 millones para las arcas públicas. Será compatible con el trabajo. El estado completa hasta los 426€, no los transfiere. Si se cobran 200€ a tiempo parcial, se reciben 226€.
Objeciones. La medida ha generado cierto escepticismo, pese a que existen programas similares en toda Europa. Gran parte de las ayudas directas a los más vulnerables se observan con reticencias por una parte de los votantes. Al recibir dinero en mano, los beneficiarios a) no tendrán incentivos para buscar trabajo, b) lo invertirán de forma cortoplacista, o c) lo dedicarán a gastos superfluos o nocivos, como el alcohol o el tabaco.
¿Es así? Hay motivos para creer que no. Durante los últimos lustros diversos países en desarrollo, con grandes bolsas de pobreza, han implementado transferencias directas condicionadas para las familias más vulnerables. Es el caso de Ecuador (Bono de Desarrollo Humano), México ( Prospera) o Brasil (Bolsa Familia). A grandes rasgos, funcionaron:
- En Ecuador, cuyo programa se cuenta entre los más ambiciosos, los beneficiarios aumentaron su índice de bienestar hasta un 13,6% frente a aquellos que no lo recibieron.
- Más dinero correlacionaba positivamente con un mayor nivel de vida. Transferencias un 10% más altas (unos $3 al mes) supusieron una mejora en el bienestar de hasta un 0,89%.
- La ganancia era aún más pronunciada cuando la ayuda se ataba a “inversiones productivas” (Crédito de Desarrollo Humano). Sus receptores elevaron su nivel de vida hasta un 4,2% más que los beneficiarios del BDH.
Condicional. En todos los casos, las ayudas se condicionan a que los hijos asistan al colegio y al médico. El objetivo, como se explica en este artículo de The Economist, es asegurar un beneficio a largo plazo. La escuela es la mejor correctora de las desigualdades. La asistencia de los niños cimentaría las bases de una mayor movilidad social, evitando que las transferencias se limiten a aliviar situaciones de urgencia inmediata.
No es tan sencillo. Los programas no han demostrado mejora en el rendimiento académico. No se traducen necesariamente en la adquisición de habilidades y conocimientos para mejorar sus perspectivas en el mercado laboral. La condicionalidad, en países como Brasil o México, donde el 95% de la población infantil está escolarizada, tan sólo haría más “masticable” el programa para el electorado.
Incondicional. ¿Qué sucede cuando damos dinero a la gente sin requisitos? Hay pocos programas que hayan planteado transferencias incondicionales regulares y a gran escala. Uno de los más interesantes es GiveDirectly, una ONG que lleva diez años entregando dinero en mano a familias extremadamente pobres de África. Su punto de partido es simple: entregan la ayuda y sus beneficiarios eligen qué hacer con ella.
Pueden invertirla en lo que deseen, sin ataduras.
Resultados. Entre 2011 y 2012 seleccionaron a un grupo de aldeas y familias de Kenia y elaboraron un estudio controlado y externo para analizar los resultados del experimento. Los participantes recibieron o bien alrededor de 364€ de golpe o bien unos 40€ al mes durante nueve meses. El impacto económico y psicológico fue sustancial:
- El gasto en alimentación, medicinas o educación entre las familias beneficiarias creció un 23% frente a las no receptoras. La compra de alcohol o tabaco se mantuvo igual.
- La inversión en ganado, muebles básicos o reformas de la vivienda se disparó por encima de los 250€. En los hogares beneficiados la probabilidad de renovar el tejado aumentó sustancialmente.
- También creció el volumen de emprendimiento e inversión en negocios no relacionados con la agricultura, mejorando los ingresos del hogar (en torno a 14€ al mes).
- En general, en algunas familias el volumen de ingresos y bienes aumentóun 33% y un 58% respectivamente. Lo que repercutió positivamente en su bienestar psicológico y violencia intrafamiliar.
Funciona. El estudio, muy elogiado por el Banco Mundial por su metodología, se alineó con las conclusiones extraídas por la larga bibliografía dedicada a la materia. A grandes rasgos, las transferencias incondicionales: 1) mejoran de forma inmediata el bienestar material de las familias, 2) tienen efectos a largo plazo al satisfacer una necesidad básica y concentrar esfuerzos en otras parcelas vitales o económicas, y 3) no aumentan el gasto en “vicio” ni incentivan el desempleo.
Cuando los pobres reciben dinero, lo invierten en medicinas, ganado, gastos escolares, agua corriente, luz, tejados, irrigación, transportes o incluso oportunidades de negocio, generando más ingresos. Nadie conoce mejor sus necesidades que ellos mismos. Como todos los demás.
Expansión. El éxito de GiveDirectly ha sido tan rotundo que le ha permitido dar pasos más ambiciosos. Desde 2017 cuenta con un programa proyectado a una década vista. Un grupo de familias keniatas recibirá todos los meses, pase lo que pase, 20€ al mes durante doce años (el umbral de la pobreza en el país). Como en anteriores ocasiones, se vale de un sistema bancario telefónico muy popular en África, M-Pesa.
Referencia. Su objetivo es comprender mejor cómo afecta una renta incondicional a largo plazo. Y también postularse como referencia: si un programa de ayuda indirecta obtiene peores resultados que entregar dinero en mano, debería desecharse. Evidentemente las transferencias directas no solucionan todas las deficiencias estructurales que ahondan en la exclusión económica (se necesitan escuelas, centros hospitalarios, carreteras, seguridad, etc.), pero sí parecen funcionar muy bien.
Similares ideas propulsan el debate en torno a la Renta Básica Universal, tanteada en Finlandia o Alaska. Una solución cara, pero simple. La mejor forma de eliminar la pobreza puede ser… Dar dinero.
Fuente; magnet.xataka.com